Os lo presento: se llama Manolito. Este verano he estado un poco ausente, bastante. Y tuvo algo que ver esta tierna criaturilla. Manolito, como lo bautizó mi padre, no era más que un rulo de algodón y no sé qué más que llegó a los brazos de papá después de que lo operaran de corazón en el mes de Agosto. En el hospital, a los recién operados de corazón, se lo dan para que mantengan la posición de los brazos y para, en casos de tos y estornudos, tengan donde agarrarse, porque en estas operaciones el postoperatorio resulta muy doloroso. Me pareció que Manolito no podía permanecer desnudo en el mundo, y que conste que soy gran defensora del naturismo, pero necesitaba un alma, un gesto, un color, unos ojillos a los que mirar para agradecerle haber cuidado del corazón de mi papi todos los días, todas las noches... Y así nació la idea, se lo consulté a Kokoro y dicho y hecho. No tuvimos mucho tiempo de filigranas, pero lo disfrutamos mucho. Porque con Manolito todo fue coser y cantar y agradecer que viniera al mundo para cuidar de uno de mis corazones preferidos. Kokoro (corazón en japonés) fue más Kokoro que nunca. Y yo me siento tan afortunada por ello... ¡Gracias!
jueves, 23 de septiembre de 2010
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Me encantan los muñecos con una historia detrás, y la de Manolito me parece preciosa. Fijate que con solo mirarlo ya me cae bien...se ve un tipo simpatico, y luce el kimono como nadie! :)
ResponderEliminarEspero que tu padre ya esté recuperado y fuerte. Estoy segura de que le alegraste la estancia en el hospital con este tipo de detalles.
Te mando un abrazo a las 3.56h...jeje...si es que no tenemos remedio...;)
Muaks guapa
Muchas gracias, linda! Me hace mucha ilusión leer comentarios, sobre todo, viniendo de una compañera noctámbula como tú, jajaj! En serio, como no tengo muchos, cada vez que los leo me dan muy buen rollo. Besitos, guapa!
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